Un paseo hacia el pasado

¿Recordáis nuestros inicios? Háblame, antes de llegar a ser asociación empezó como movimiento. Si ya nos conocíais, seguramente formasteis parte de nuestra andadura y lo que vamos a compartir os traerá recuerdos llenos de buenos sentimientos a vuestra memoria, sino, es vuestra oportunidad de conocer nuestras raíces. Sea como fuere, por favor, acompañadnos por este breve viaje al pasado.

Si has leído un poco de la historia de Háblame, sabrás que en un inició nació como movimiento, después de que una amiga que teníamos en común quienes fuimos los pioneros, se quitase la vida.

Fue así que, tras una acción tan irreparable y devastadora, decidimos hacer algo, buscar la manera de transformar una situación que nos rompía.

Y eso fue justamente lo que hicimos, compartimos mensajes positivos, de esperanza, movimos bastante las redes sociales, y nos esforzamos por buscar la manera de transmitir, por medio de actividades, mensajes que sanasen y fortaleciesen a las personas.

Eso nos llevó un buen día de diciembre (el 21, para ser más precisos) a la escuela de arte de Alcoy, ¡el primer acto que tuvimos! Una simple mesa entre varias con pulseras de hilo rojo hechas por nosotros, un mensaje de Háblame impreso en páginas para compartir, muchos nervios y ganas.

Hablaré ahora en primera persona, porque es mi experiencia la que puedo compartir.
Empecé siendo una joven inexperta, con sueños de escritora, mi vida dio un giro de 180º de una manera dolorosa que me hizo reaccionar ante la vida. Todos los principios que conocía, con los que había crecido y en los que tanto creía, serían aquello que podía aportar al movimiento. Algo que consideraba tan básico como esencial y  escaso, como las personas me recordaron con sus actos.
Así que me levanté por mi amiga perdida, me levanté por todas las personas que habían sentido que la muerte era su única salida, por las que la desesperanza, la ansiedad y el estrés amenazaba su luz interior y por aquellas que habían perdido personas queridas o podrían hacerlo.
Ya no se trataba de vivir de acuerdo con mis principios, sino de ir un poco más allá y tratar de transmitirlos e invitar a vivirlos de una manera absolutamente activa.
Esto me llevó ni más ni menos que a Barcelona, a un evento llamado LoveFanFest, cuando uno de los que fueron mis compañeros me habló de un chico de una ciudad cercana que había perdido a su novio y deseaba que Háblame hiciese algo por apoyar al colectivo.
Así que ni corta ni perezosa tomé rumbo al evento más próximo, los días 22 y 23 estuve en esa hermosa ciudad a la que había ido con cierto temor después de tratar sin éxito que mis compañeros me acompañasen o me diesen indicaciones de qué hacer. Después de todo, era yo, una sencilla personita con tantas buenas intenciones como inseguridades.
Iba a un festival a hablar de suicidioNo os imagináis lo mucho que esa frase rondaba mi mente, tratando quizá de desalentarme.

Y el persistente miedo de que me cuestionasen qué hacía ahí y que idea tenía yo de todo aquello y qué pretendía llegó a hacer que tuviese que llamar a mi hermana en medio de una ataque de ansiedad desde el albergue en el que me quedé, pero también había hecho que investigase, muchísimo, para conocer las circunstancias del colectivo, de la presión de la sociedad sobre personas que tan solo querían ser, más allá de prejuicios y cánones que a más de uno han forzado a pasar por un aro estrecho e incómodo y que para otros ha representado el aro en llamas sobre el que se lanzan leones domados.
Cual fue mi sorpresa cuando las personas, tan maravillosas y llenas de luz como eran, me recibieron con los brazos abiertos y con la fuerza de quien conoce unas circunstancias terribles y no se entristece y atasca en su dolor, sino que se sobrepone y con el mayor de los amorosos entusiasmos quiere hacer algo.
Fui queriendo ayudar, pero fue a mí a quien ayudaron.

Volví con confianza,  apreciando mis capacidades, y viéndome desde otra perspectiva, era capaz de hacer cosas tan buenas sola si abandonaba las dudas. Y definitivamente quería compartir esa fuerza y calidez llena de amor que me habían transmitido. Había mirado el tema del suicidio con respeto y temor, sin saber muy bien cómo tratarlo, ahora había aprendido un nuevo camino para enfocarlo, desde el entusiasmo de quien, aun entendiéndolo, quiere, con una contagiosa y positiva energía, hacer algo.
Eso me llevó a empezar a leer El Principito, ¿vacaciones? ¿Qué eso? Yo disfruté lo justo de la playa y sus alrededores cuando fui a visitar con mis abuelos a mis tíos y mis primas en Gandía, y en ese ambiente tan cariñoso y saludable, pude encontrarme a mí misma sacando dinámicas de las diferentes partes del libro, siempre esas actividades con un trasfondo y un objetivo claro para ayudar a los participantes que las realizasen.
Pero no fueron las actividades de El Principito lo siguiente que hice, sino un taller de papel reciclado, ¿y creéis que se trataba solo de una actividad sin más? Por supuesto que no, aquí hasta los veganos buscan qué poner en el asador, porque las experiencias hay que aprovecharlas y aprender de ellas. Y fue así que senté las bases de lo que, aún no sabía, se convertiría en la asociación Háblame, buscar en actividad un ejercicio de reflexión que llevase a las personas a utilizar las herramientas necesarias para cuidarse así mismas y a los demás.
Y para quienes aún os preguntéis cuándo retomé esas actividades de El Principito que preparé con tanto cariño os desvelaré que no ha sido hasta unas pocas semanas cuando he tenido la ocasión de llevarlas acabo, en una acampada que hicimos en Gandía para presentar Háblame como asociación.
Os doy un momento para que lo rumiéis, yo de vez en cuando también lo necesito.
Háblame sigue rodando por esta carretera que es la vida, y lo hace como asociación, con tanto por aprender como por hacer.
No entraba en mis planes, nunca sabía que llegaría a ser mi prioridad, pero aquí estoy, cada día, y de verdad que no os hacéis ni idea todo lo que he pasado para llegar a estar aquí, compartiendo estos recuerdos por lo que supone es el aniversario de Háblame como movimiento, unos días que han quedado marcados dentro de mí y que me recordarán la nobleza de lo que estoy haciendo y precisamente debo esforzarme tanto.
Muchísimas gracias por haber sido tan valientes de llegar hasta aquí. Es una evolución, pero solo el principio.

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